Reescritura del Quijote
"Reescritura del Quijote" es una compilación de relatos creados en talleres de escritura creativa, donde estudiantes reinterpretan las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza en contextos modernos y fantásticos. A través de estos relatos, se rinde homenaje a la obra de Cervantes con giros inesperados, desde viajes al espacio hasta enfrentamientos en la Guerra de Ucrania. Un tributo creativo a la inmortalidad de la literatura.
3/26/202512 min read
Nota al lector:
En el vasto universo de la literatura, pocas obras han dejado una huella tan profunda como El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes. Sus páginas, pobladas de sueños, locuras y sabiduría, han trascendido el tiempo, invitando a generaciones a reflexionar sobre la realidad, la fantasía y los límites entre ambas. Esta pequeña compilación que aquí presentamos no busca reemplazar el original, sino rendirle homenaje desde la libertad creativa efectuada durante los talleres de escritura creativa del área de Lengua Castellana. A través de estos capítulos reescritos, los estudiantes intentaron dialogar con Cervantes, explorando nuevos matices en las aventuras de don Quijote y Sancho Panza, ya sea profundizando en sus pensamientos, alterando un giro en la trama o simplemente jugando con el lenguaje que tan magistralmente empleó el Manco de Lepanto. Cada recreación es un tributo, un guiño cómplice al espíritu inmortal de la obra que, como bien dijo Borges, no solo es un libro, sino "una forma de la alegría". Que estas páginas sirvan, pues, como un nuevo molino —quizá no tan gigante — al que don Quijote pueda enfrentarse con su eterno idealismo.
Jenyfer Jiménez.
Docente de Lengua Castellana.


La aventura de El Quijote y Sancho en la Guerra de Ucrania:
Érase una vez, hace muchos años (exactamente tres) había dos personajes de nombre Don Quijote de la Mancha y su fiel escudero Sancho Panza, quien no era panzón, pero así se llamaba.
Un día, el Quijote le dijo a Panza que por qué no se iban a la guerra que se estaba efectuando entre Rusia y Ucrania, ya que, si le ganaban a Rusia, ellos podían quedarse con algún territorio de ese país, y de esta forma, podrían gobernarlo como siempre lo habían soñado. Confundido, Sancho le preguntó al Quijote: -Amigo, ¿acaso estás loco?, a lo que él respondió: - ¿Cómo puedes decir eso? Si lo que acabo de decir es una gran idea, ¡Imagínate! Nosotros siendo los gobernantes de un pueblo llamado “Los Gomelos”, donde sus habitantes serían “Los Gomelitos”, y tú, mi fiel amigo, serías la mano derecha de la máxima autoridad…o sea, yo.
En ese mismo instante, Sancho le dijo al Quijote: - ¿Cómo crees que nos vamos a ir a Ucrania si estamos pelados, no tenemos ni un solo peso, recuerda que, para comer, tenemos que pedir fiado en la tienda? Se dio una breve discusión entre ambos, la cual, culminó con Sancho convenciendo al Quijote de conseguir un terreno lejano, donde llevaban personas para poder gobernarlas y expandir, poco a poco esos terrenos que fueran de su dominio.
Y así fue como el Quijote y Sancho, comenzaron búsqueda. Primero, de un lugar que fuera el sitio donde fundarían el pueblo. Cabalgaron durante día y noche sin rumbo, esperando encontrar un lugar que fuera el indicado para llegar y parcharse hasta que todo estuviera poblado y dando frutos.
En el viaje que emprendieron, no faltaron las diferencias, por ejemplo, en cierta ocasión llegaron a un lugar que según Sancho era perfecto para vivir, solo tenía varios árboles con deformaciones en el tronco y en las ramas, pero con talarlas era suficiente; pero don Quijote no lo veía así: según él, esos árboles estaban embrujados y si los cortaban, los espíritus que los habitaban los atormentarían tanto a ellos como a los futuros pobladores.
Durante varios días más continuaron con su idea de conquista, pero el tiempo se hacía eterno para ellos, atravesaron ríos que susurraban, bosques que cantaban y vieron un dragón, pero, en realidad nada de eso era verdad, solo eran alucinaciones como producto del hambre y la sed que padecían, pues ya era mucho el tiempo que habían emprendido ese viaje que parecía no tener fin. En realidad, el río susurrador no era nada mas que el rastro de una avalancha que aún dejaba caer una que otra piedra. El bosque que cantaba había sido víctima de un incendio forestal y ese canto peculiar, eran ramas y hojas que se rompían al caer al piso; y lo que para ambos era un dragón, en verdad eran rocas que formaban tal figura.
Después de huirle al tenebroso bosque, cabalgaron un poco más hasta llegara una pequeña cabaña donde una mujer, al ver el estado en que el par de aventureros venían, les ofreció comida. Los dos valientes y honorables guerreros siguieron su camino después de haber saciado el hambre y la sed que los atormentaba.
Pasado un tiempo, sin tener clara la ruta del camino, se tomaron con un gran enfrentamiento bélico, decidieron unirse al bando más pequeño y débil. Así fue como terminaron por hacer parte del ejército ucraniano que se disputaba el poder sociopolítico contra Rusia. Pero, al ver la magnitud de la guerra, salieron huyendo con mucho miedo y decidieron seguir con el plan que Sancho había elegido.
Ana Karina Cañizales y Kevin Santiago Urán.


Don Quijote, Sancho y el Behelit:
Una noche, nuestro querido hidalgo y delirante caballero, albergándose en una morada junto a su buen amigo Sancho, quien se hacía el dormido para no escuchar los disparates de don Quijote, aunque, el charlatán no parecía cansarse de un regaño de Sancho, le tocó irse de la habitación y dar una vuelta por la casa. Pasaron los minutos y contaba los pasos, hasta que una discusión al lado de los baños llamó la atención del hidalgo. Con los oídos puestos al lado de la pared, se dispuso a escuchar todo lo que le tomaría un buen rato. Escuchó una descabellada leyenda acerca de un behelit, el cual tenía la habilidad de convertir en plata todo aquello que tocara.
Dicha historia era fantasiosa para cualquier persona, menos para el hidalgo. Se alejó rápido y fue a donde estaba Sancho para proponerle la aventura, quien era consciente de que un objeto así no debía existir; por su parte, don Quijote insistía para que iniciaran la búsqueda del behelit, pero, su escudero se negó. Así que don Quijote no tuvo más opción que partir solo, empacó sus cosas y sin saber la ubicación a la que se dirigiría o alguna pista clara, lo único que se le ocurrió fue preguntar de pueblo en pueblo sobre el paradero de este objeto.
Pasados algunos días, Sancho, preocupado porque no sabía nada del hidalgo, decidió ir a buscarlo. Pagó la morada y agradeció los servicios, agarró las pocas pertenencias que tenía y se marchó dirigiéndose al pueblo más cercano. Estando ahí, preguntó por un viejo seco y polvoroso, con una armadura que parecía de juguete, a lo que le respondieron que hace dos días había estado en el pueblo y que dijo que iría hacia las montañas, reconocidas porque el sol de forma única.
De esta forma, Sancho emprendió la búsqueda de su señor, así que, doblando el paso se dirigió hacia las montañas. La caminata que para cualquier persona tomaría 12 horas aproximadamente, para él solo fue cuestión de 4 horas. Tuvo varios percances, pero ¡Por fin llegó! Al llegar a la cima, halló a don Quijote recostado sobre una piedra, pensando que iba a morir, pues había sido picado por un animal. Sancho lo despertó de su ensueño, y don Quijote, feliz al verlo, le dijo que se había dado cuenta de que el Behelit no existía y que, debido a su terquedad, moriría a causa de la picadura de una serpiente; pero, Sancho divisó a lo lejos, una pequeña culebra inofensiva que no le causaría más que una pequeña molestia, le tendió la mano al hidalgo e iniciaron su camino de regreso.
Bajaron al pueblo, buscaron dónde dormir, pero don Quijote no concibió el descanso, pues no paraba de pensar en qué nueva aventura los aguardaría.
Jhonier Santiago Giraldo.


El reencuentro de don Quijote y Sancho Panza:
Una tarde, cerca de las 5:00 p.m. del 24 de octubre de 1852, don Quijote formó una guerra con su amigo Sancho Panza y su tripulación, pues, en 1820 habían tenido una batalla muy parecida. Don Quijote y Sancho Panza eran muy amigos, y en casi todas las guerras habían estado juntos. Tomas era el enemigo de ambos, quería vengarse de don Quijote, porque en el pasado habían tenido enfrentamientos, en los que el hidalgo siempre salía vencedor y a Tomas le tocaba rendirse, pero esta vez, estaba decidido a ganarle. Por su parte, Don Quijote y Sancho Panza estaban tranquilos, porque en las batallas anteriores lo habían vencido.
Llegó el momento del enfrentamiento: balas lanzadas por grandes cañones, se escuchaban gritos, llantos muy fuertes y golpes por doquier, ya había varios muertos y heridos, hasta que Tomas gritó: - ¡Ya basta! – y ordenó que unos soldados se llevaran a Sancho Panza, añadiendo: - Don Quijote, estoy cansado de que siempre me ganes, el precio de esto es que me llevaré a tu amigo- Así que, sin mayor reparo, se marchó junto con su tripulación y el fiel escudero del hidalgo como reen.
Don Quijote quedó devastado, pues su enemigo se había llevado a su gran amigo y también pensaba en todo lo que le esperaría junto a ese hombre malvado y lleno de ira.
Pasados 3 meses desde aquel terrible suceso, Tomas estaba satisfecho, pues había conseguido lo que quería: atacar a don Quijote por donde más le dolía, pero no contento con esto, decidió enviarle un “pequeño regalo” que le recordara quién era el verdadero vencedor… Don Quijote, continuaba muy preocupado, pues no sabía nada de su amigo, cuando de repente, tocaron la puerta y al abrirla vio que le habían dejado una caja con un moño y una tarjeta que decía: “Para mi gran amigo don Quijote. Atentamente: Sancho” . El hidalgo se alegró al leer esta nota, pero, no contaba con la que contenía: al abrir la caja, encontró sangre y un dedo. La conmoción lo paralizó, pues lo primero que pensó fue que Sancho había muerto.
Pasaron 10 años, llenos de profunda tristeza y nostalgia para el hidalgo, quien no había encontrado consuelo más que en sus viejos libros, mientras que el recuerdo de su escudero lo acompañaba. Un día, de repente, tocaron su puerta, y al abrir, vio la imagen contrahecha de Sancho, pero ¡Era él!, ¡Claro que era él!
- ¡Amigo! - gritó Sancho, se dieron un fuerte y duradero abrazo, don Quijote no lo podía creer…ya había perdido toda esperanza de un reencuentro. Como en antaño, se sentaron a conversar y Sancho le contó todas las desventuras que pasó siendo prisionero, hasta el final: Tomas y su ejército había sido vencido a muerte en una batalla, así que él vio en esa ocasión, la oportunidad de huir.
Valeria Sarmiento y Tatiana Vallejo.


Sancho y don Quijote contra los aliens:
Don Quijote iba en su caballo junto con Sancho Panza para un pueblo, en busca de una nueva aventura, para que estando ahí, todos vieran que él era un caballero andante y Sancho, su noble escudero.
Llegaron al pueblo y don Quijote le dijo a Sancho:
- Mirad mi noble escudero, este pueblo nos tiene que conocer, pero primero, debemos ir por agua a una venta.
- Como usted ordene - contestó Sancho.
Entonces, tomaron camino al sitio pactado.
Montaron sus caballos, pero el lugar era tan lejano, que anocheció. Cuando estaban llegando, percibieron que había una fiesta, y dice don Quijote:
- ¡Mirad esas luces, Sancho!, ¡Están llegando los aliens, vamos a atacar!
- Don Quijote, lo que está viendo no es más que una fiesta, las luces son por el festín - Dijo Sancho.
- ¡A atacar, Sancho! - Dijo Don Quijote, ignorando por completo la aclaración que le hizo su escudero.
- Está bien- dijo Sancho en un tono resignado...y susurró en voz baja: - Cada vez está más loco.
Cuando se dirigieron a combatir a los supuestos aliens, don Quijote fue golpeado de forma brutal, pues como era de esperarse, quienes él imagino ser extraterrestres, en realidad eran lugareños departiendo. Lo golpearon tanto que Sancho apenas pudo ayudarlo. A ambos los capturaron pues los consideraron dos peligrosos locos que no debían estar sueltos, cuando se recuperaron les dieron libertad, tras las incesantes súplicas de Sancho, pero no sin antes prohibirles para siempre, la entrada al pueblo.
Sebastián Garcia y Mauricio Giraldo.


Las Aventuras de don Quijote y Sancho Panza en el mar:
Un día de tantos, don Quijote y su fiel escudero, Sancho Panza se embarcaron en un camino que conducía al mar, en búsqueda de aventuras. Don Quijote iba observando con su catalejo la inmensidad del mar, y Sancho, como siempre, atento a sus palabras:
- ¡Oh,Sancho! Mirad eso-Dijo don Quijote, exaltado.
- ¿Qué miras, amigo? - Respondió Sancho.
- ¡Mirad esa bestia que se acerca a nosotros.
- ¿Cuál bestia, señor? Yo no veo nada a nuestro alrededor- dijo Sancho, confundido.
- ¡Patrañas!, ¿No lo ves venir? ¡Pero si está justo al frente de nosotros! -Dijo don Quijote
- ¿Está seguro? Yo no veo ninguna bestia, lo que veo es una isla- explicó Sancho
Don Quijote no le prestó más atención a Sancho y se arrojó al mar, sacando su espada se dirigió hacia al frente. Cuando don Quijote llegó a la orilla de la isla, empezó a cortar todas las ramas y palmeras, pensando que eran tentáculos de la bestia que, según él, veía; cuando lanzó su espada hacia la palmera que él creía otra fuerte extremidad del monstruo, una lluvia de cocos cayó sobre él y lo lanzaron al suelo. Al ver esto, Sancho fue tras don Quijote para ayudarlo a levantarse.
- Amigo mío, ¿Estáis bien?
- Estoy herido, Sancho, la bestia me ha hecho caer en su trampa- Dijo don Quijote muy preocupado.
- ¡Volvamos al barco! Aquí ya no hay nada- Respondió Sancho, tratando de sonar convincente.
- ¡No! No he podido matar a la bestia, no puedo irme, Sancho
- ¡Ya se ha ido!, escapó apenas vio su fuerza… ¡Volvamos!
Don Quijote y Sancho regresaron al barco mientras don Quijote trataba de seguirle el rastro, desde lejos, a la bestia con su catalejo.
Eilen Yurani Ocampo y Ariannys Michell Uzcategui.


Sancho, don Quijote y las Bestias:
Era una noche oscura en la que don Quijote y Sancho Panza necesitaban descansar después de sus hazañas. Encontraron una cueva donde les dieron posada. Al amanecer, Sancho despertó al hidalgo para continuar con su rumbo.
Caminando y caminando, don Quijote vio un gran carruaje con hermosos caballos y un chofer que llano a don Quijote: - Caballero-. Don Quijote se dirigió a Sancho diciéndole:
- Mira Sancho, un carruaje nos está esperando, ¡Vamos! Es para nosotros.
Extrañado, Sancho respondió:
- ¿De qué hablas, don Quijote? Eso no es un carruaje-
- ¡Sí lo es! ¿Acaso no ves que nos está llamando-
- Es el labrador de la carga que nos quiere ayudar - explicó Sancho, tras la confusión de ver la locura del hidalgo.
En realidad, no era un carruaje como decía don Quijote, si no un burro de carga, pero él estaba convencido de lo contrario, así que un tanto enojado, dijo:
- ¡Estás loco, Sancho! Mejor vamos a mi carruaje
- Bueno…está bien- suspiró Sancho resignándose- Vamos a la aventura…
En el carruaje, don Quijote vio un letrero que decía Ciudad de Molán, lo que le parecía raro a Sancho, porque solo era un bosque oscuro y tenebroso, pero, don Quijote lo vio de otra manera. Llegando, don Quijote dijo:
-Mira amigo Sancho estas personas, lo bellas que son, ¿Si ves a esa bella dama, con su hermosa cabellera negra?,¿y su rostro surreal?
Confundido, Sancho le dijo:
- Pero ¿qué dices don Quijote? ¡es horrible! Mira la gran nariz que tiene, sus dientes torcidos, su joroba que pareciera que estuviese con la mirada en el piso, y su cabello…igual al de una bruja-.
Lo que Sancho no sabía era que la conversación la estaban escuchando dos criaturas horribles: una, era un pequeño ogro con nariz de cerdo, tenía la cara deforme y una enorme barriga. La otra, era de estatura mediana y su cuerpo era en verdad desagradable: tan peludo que sus cejas se unían provocando mucho temor y horror al mismo tiempo.
Las tres creaturas horripilantes empezaron a perseguir al par de aventureros para comérselos y así vencer el hechizo que les había dado esa espantosa apariencia. Don Quijote peleó sin entender por qué esas hermosas personas les querían hacer daño logrando escapar para nunca más volver.
Mariana Díaz y Gabriela Ríos.

